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¿Ahora
quién será? –Se dijo el profesor para sus adentros con algo de ira –¿Sí?
–vociferó molesto.
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Disculpe
profesor –se escuchó suavemente en el salón –tenía que estar en su clase pero
lamentablemente se me hizo tarde ya que me perdí, es que yo no soy de por aquí.
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¿Su
nombre? –curioseó el profesor.
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Soy
Jearel Tello –contestó la joven cambiando el tono humilde y confundido por uno
más firme y confiado -.
El profesor la dejó pasar. Se ubicó al lado izquierdo de Zeq pero este no
se había percatado hasta que ella le tocó el hombro.
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¿Me
podrías decir la hora? –preguntó, haciendo que Zeq regresara de sus
pensamientos –es que no tengo ni idea de cuanto tiempo fue que me perdí.
Ella sonrió tratando de ser amable.
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¿Ah?
–contestó Zeq -¿la hora? Ah, pues son las 9:55 am.
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Gracias
–contestó Jearel esbozando una sonrisa.
El profesor indicó que era el momento de tener un receso ya que les tocaba
tener otra clase. Los alumnos acomodaron sus cuadernos y demás objetos sobre
sus pupitres para después ir saliendo. Zeq pensó que sería mejor alejarse de
las personas del salón pero después comprendió que en unos cuantos segundos
Guelto lo buscaría. Felizmente, así fue; en realidad Guelto no fue la única
persona que se le acercó, Edred también se disponía a hacerlo pero al ver que
otra persona se le acercaba comprendió que no era el momento indicado, “Ya
tengo a mi sospechoso”, fue entonces que Guelto tocó la cabeza de Zeq he hizo
que este reaccionara de su fingido sueño, se miraron y después de un instante
se abrazaron como si una tragedia los hubiera separado aunque en realidad así
había sido.
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Zeq, amigo
mío –expresó Guelto abrazándolo más fuerte que antes.
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Yo también
te extrañé Guelto –contestó a duras penas Zeq ya que sentía que lo iban a
partir en dos.
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Lo
lamento –susurró Guelto soltando a su amigo para que pudiese tomar aire –creo
que me he hecho más fuerte, pero tú no has cambiado nada.
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Lo sé
–advirtió Zeq esperando que su amigo comprendiera que no quería tocar el tema
de su contextura física –pero aun así sigo siendo bueno estudiando.
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Hay
una chica nueva en el salón –dijo Guelto cambiando de tema mientras que
comenzaba a observar a Jearel –y es muy bonita.
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Sí
–afirmó Zeq –pero no está a tu alcance Guelto así que ni lo pienses.
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Ya
veremos –retó su amigo –a que le hago el habla antes que empiece la siguiente
clase.
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No te
arriesgues –le advirtió Zeq.
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¿Arriesgar?
–contestó Guelto sonriendo y comenzando a avanzar hacia la joven –ese es mi
segundo nombre.
Muchos alumnos voltearon a observar como Guelto sería avergonzado por la
chica nueva pero lo que estaba a punto de suceder dejaría boquiabierto a más de
uno.
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Hola
señorita –Dijo, poniendo la carnada.
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Hola
–contestó ella, sabiendo lo que el joven trataba de lograr.
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Al
parecer llegó tarde a clases –agregó Guelto torpemente –así que me preguntaba
si usted deseaba mis apuntes para que se ponga al día de lo que acabamos de
hacer.
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No seas idiota –pensó Jearel. –Gracias, estaría muy agradecida.
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De
nada –soltó Guelto sin anestesia –para
están los amigos.
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¿Amigos?
–repitió Jearel –pero si apenas nos conocemos.
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Quizá
tú no me creas –dijo Guelto inspirado –pero siento que ya nos conocíamos desde
antes, es extraño pero es lo que siento.
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Eso fue algo cursi –advirtió Jearel para
sus adentros pero en realidad también lo sentía, era extraño y ella lo sabía
muy bien pero no había forma en que pudiese describirlo. – Yo también me siento igual.
Alumnos ingresando al salón, Guelto se alejó de ella y ambos se sonrieron.
La sensación de conocerse desde antes les había hecho sentirse en confianza y
por esa razón él se sintió con esa libertad para hablar con ella.
En un instante la situación del salón se vio cambiada, el receso que habían
tenido había traído consigo a nuevas personas al salón. Tres jóvenes entraron
juntos y se sentaron en los tres últimos asientos por detrás de Jearel mientras
que Guelto se acomodaba por delante de Zeq. Unos minutos antes de que el
profesor ingresara al salón los jóvenes comenzaron a conversar de un tema
extraño.
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¿Habéis
visto a esos tipos? –verbalizo uno.
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¿Te
refieres a los que tenían las armas? –añadió otro.
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Sí
–contestó el primero.
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Al
parecer están buscando a alguien –dijo el tercero mirando a las personas del
salón.
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Algo
no anda bien –temió el segundo.
-
Quizá
entren a los salones.
El profesor entró al salón y pidió silencio. Cerró la puerta sin importarle
si alguien se quedaba afuera de su clase. Jearel había comenzado a contarle a
Zeq lo que acababa de oír, la misma sensación que había sentido con Guelto la
podía sentir de igual manera al conversar con Zeq, era algo tan familiar tan
cercano, entonces él se puso nervioso. “¿Qué esta sucediendo?”
Por un instante el salón guardo silencio al escuchar el “toc, toc” en la
puerta de madera. El profesor se apresuró a abrirla y unos soldados entraron al salón parándose en
frente de todos. Uno de ellos sacó una pequeña vara de acero que no media más
de veinte centímetros, entonces una luz blanca se estiró de manera que daba la
impresión de que fuese una hoja; nadie se sorprendió ya que era una tecnología
que usaban los policías desde hace ya algún tiempo.
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Jóvenes
–dijo uno de ellos con el rostro molesto –estamos aquí porque buscamos a un
traidor con la siguiente descripción: cabello ondulado, un metro cincuenta y
cuatro de altura, delgado y de tés clara.
-
Otro
de los traidores tiene el cabello corto –continuó otro soldado –viste pantalón
jean negro y responde al nombre de Victor.
Los compañeros se miraron entre ellos, observando a algunas de las personas
del salón pero todas las miradas se dirigieron de golpe a Victor, un chico que
estaba sentado por detrás de Jearel.
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Para
hacer las cosas más sencillas –dijo el soldado asustando a todos –están son las
personas que estamos buscando.
Volteó aquel objeto que tenía como hoja e hizo que todos vieran las
fotografías que estaban proyectadas en ella.
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Son
Victor y… -agregó un compañero de salón.
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Seguro seré yo –pensó Zeq lleno de
nerviosismo.
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Jymt
–continuó la joven.
Los soldados no dijeron nada más, se acercaron a los dos jóvenes, los
tomaron de los brazos y los sacaron entonces algunos alumnos se levantaron para
comenzar a salir del salón para ver hacia donde los llevaban; algunas puertas
de otros salones estaban abiertas por lo tanto cuando vieron cruzar a los
soldados los alumnos también comenzaron a salir así poco a poco para que así
los balcones de la universidad estuviesen repleto de personas. Los llevaron
vendados hacia una pared y les dejaron allí.
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¿Qué
creen que van a hacer? –manifestó Jearel con miedo.
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Zeq
llévate a Jearel de aquí –ordenó Guelto.
Lamentablemente ya era tarde los soldados habían levantado sus ametralladoras
y estaban dispuestos a disparar.
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Todos
sus derechos les han sido arrebatados por el crimen de traición.
¿Algunas últimas palabras?
-
Sí
–contestó uno de ellos con ira –aunque nos hayan descubierto, esta revolución
no se detendrá. ¡No sabemos cómo nos invadieron tan rápido tampoco conocemos la
razón por la que lo hicieron, hace un año atrás nuestras vidas eran normales
llenas de paz y ustedes llegaron con su dictadura a desequilibrar nuestro
indefenso mundo, suponemos que fue solo por poder, pero ahora se hará justicia,
Inglaterra pagará toda dignidad que ha sido pisoteada por los burgueses que
viven ahora aquí y no nos detendremos hasta que el último británico sea
destruido! ¡Declaramos la guerra!
Instantes después el sonido de las balas se escuchó en
todos los rincones de aquel lugar e inclusive en alguna universidad cercana. La
sangre comenzó escurrirse por el suelo y
un gran estrepito se escuchó en todos los rincones. La vida había dejado los cuerpos
de esas personas. Zeq quiso mirar hacia otro lado entonces pudo leer los labios
de cierta persona que él consideraba sospechosa: “Lo logré”.